Comentario
CAPITULO XXIII
Prosíguese de algunos reinos del Nuevo Mundo y de cosas
particulares que en ellos se han visto, y trátase de la ciu-
dad de Malaca y del río Ganges
Frontero a esta famosa ciudad, de quien tantas cosas se pudieran decir, está aquel gran reino e isla de Samatra, llamada por los cosmógrafos antiguos Trapobana, que, según algunos piensan, es la isla de Ofir, donde se invió la flota que hizo Salomón, de quien hace particular mención la Escritura en el tercero libro de los Reyes, caps. 9 y 10, y en el segundo del Paralipómenon, cap. 9, que fue y volvió cargada de oro y de madera riquísima para adornar el templo de Hierusalén, y de otras muchas cosas curiosas, cuya noticia dura hasta el día de hoy entre los naturales, aunque confusamente, pero no tanto que los que la tienen de la Sagrada Escritura no la tengan por verosímil. Esta isla está en la línea equinocial. La mitad de ella se extiende al Polo Artico, y la otra la Antártico. Tiene de longitud 250 leguas y de latitud 67. Está tan cerca de Malaca, que por algunas partes hay menos de 10 leguas. En este reino hay muchos señores y régulos, aunque el que tiene la mayor parte de él es un Moro que se llama Achen. Es una de las más ricas islas que hay en el mundo por tener muchas minas de oro finísimo: de lo cual (con haber ley que no se pueda sacar de ella mas de sólo lo necesario), sale de ello tanta abundancia, que se lleva a Malaca, a Turquia y a otras muchas partes.
Cógese en ella gran abundancia de pimienta y benjuí de boninas en mucha cantidad, de cuyos árboles (que hay grandes montes) sale tan suave olor, que parece un paraíso terrenal, y suele llegar 20 leguas de la mar adentro; y con ser esto así por gozar más de las naos que van por allí, se arriman cuanto pueden a la tierra por este respecto. Hay así mismo mucha cánfora y mucho género de especería, a cuya causa llegan a contratar en este Reino muchos turcos que pasan en naos y otras fustas a él por el Mar Bermejo. Contratan así mismo en él los reinos de Sindo, Java mayor y el de Ambaino y otros que están a él cercanos. A esta isla llegaron a comprar y vender algunos portugueses y los mataron a todos, y a algunos por la confesión de la fe: por lo cual son tenidos por mártires de Jesucristo en la opinión de los cristianos que viven por allí cerca y supieron el caso. Los demás de este reino son moros, y por esto aborrecen a los cristianos y les hacen toda la guerra que pueden, en especial a los que viven en Malaca, a quien han puesto muchas veces en peligro de perder las vidas y haciendas.
Corriendo de este reino de Malaca por la costa del Norte y Nordueste está el gran reino de Pegu, el cual es mayor en grandeza que el de Sumatra e igual en riqueza, en especial de perlas y toda suerte de pedrería y cristal finísimo. Hay en él muchos mantenimientos e infinita gente, y el rey de él es muy poderoso, a quien, como dijimos, paga parias el Sián por haberle vencido en una batalla que con él tuvo.
El año de 1568, cuya ocasión, según sus historia y la común opinión fue: que sabiendo que el dicho Rey de Sián tenía en su poder un elefante blanco (a quien los del reino de Pegu adoran por Dios), el Rey se lo envió a comprar y a dar por él todo aquello en que él lo quisiese estimar y poner; y como se cerrase de todo punto y dijese que no se lo daría por todo lo que en su reino tenía, causó tanto enojo al Rey que hizo llamamiento de todos los soldados que pudo con determinación de ganar por fuerza de armas lo que no había podido con comedimiento y ofrecimiento de riquezas: en lo cual se dio tan buena maña, que en pocos días tuvo junto un ejército de un cuento y seiscientos mil hombres de guerra, con que se partió para el dicho reino de Sián hasta donde del suyo había 200 leguas; y no sólo consiguió su intento y trajo consigo el elefante blanco, pero dejó también por su tributario al Rey, como lo es el día de hoy, según queda dicho.
Los ritos de la gente y sacerdotes de esta tierra simbolizan mucho a los del reino de Sián. Hay entre ellos muchos monasterios de hombres que viven recogidamente y con mucha clausura y penitencia. Es gente muy aparejada para recibir el Santo Evangelio, porque, demás de ser dóciles y de buenos ingenios, son hombres que filosofan y bien inclinados y caritativos y que tienen particular afición a la virtud y a los hombres en quien conocen estar, y amigos de remediar las necesidades de los prójimos.
Pasando este reino y corriendo al Norte está el de Arracén, abundantísimo de muchos mantenimientos, aunque poco de cosas de contratación, a cuya causa no es muy sabido de los nuestros por no haber ido a él. Han entendido de los naturales y de sus costumbres que son aparejados para recibir el Santo Evangelio.
Desde este reino por la mesma costa se va al de Bengala, por el cual pasa el río Ganges, uno de los cuatro que salen del Paraíso terrenal, lo cual como entendiese un cierto rey de este reino vino en pensamiento de hacer subir por él arriba hasta tanto que se hallase su nacimiento y con él el Paraíso. Y como para este efecto hubiese mandado hacer muchas maneras de barcos grandes y pequeños, envió en ellos el río arriba algunos hombres (de cuya diligencia tenía experiencia) proveídos de mantenimientos para muchos días y con mandato de que luego que descubriesen lo que deseaba, volviesen con mucha brevedad a darle de todo particular y verdadera relación, con disignio de ir luego a gozar de las cosas que entendía necesariamente habían de ver, dignas de ser codiciadas en camino y lugar tan deleitoso. Estos hombres navegaron el río arriba muchos meses y llegaron a una parte donde salía tan manso y con tan poco caudal, que daba a entender estaba cerca su fuente y principio, que era el Paraíso que iban a buscar. En esta parte contaron después que habían visto tantas señales y gustado de olores de tan gran suavidad y de aires tan en extremo delicados, que les parecía estar en el propio terrenal Paraíso. Y más que cuando llegaron a aquella parte donde el río corría con tanta mansedumbre y los aires eran tan delicados y olorosos, entró en los corazones de todos ellos una alegría tan grande y extraordinaria, que les parecía estar dentro del verdadero y olvidados de todo el trabajo que en llegar hasta allí había pasado y de otra cualquier cosa que notase penalidad. Y como procurasen pasar adelante en seguimiento de su intento y para ello hiciesen toda la diligencia que les era posible, hallaron por experiencia ser todo su trabajo en vano y que se estaban siempre en un propio lugar sin poder entender de dónde les venía la contradicción por no hallarla en las aguas a causa de su singular mansedumbre. Hecha esta experiencia y atribuyendo el no poder ganar tierra a misterio, se volvieron río abajo hasta su reino, adonde llegaron en muy poco tiempo y contaron a su rey que los envió todo lo arriba dicho y otras muchas cosas que yo dejo por tenerlas por apócritas. Tiénese por muy cierto que los ríos Eufrates y Tigris no están muy lejos de este río Ganges, y debe de ser verdad porque desaguan ambos en el Seno Pérsico, que no está muy distante de este reino. Tiene la gente de este reino este río en gran reverencia y a esta causa nuncan entran dentro que no sea con gran respeto y temor; y cuando se lavan en él, tienen por muy cierto que quedan limpios de todos los pecados. Sería este reino muy fácil a convertir a la fe católica, a lo que se entiende, porque tienen muchos ritos y ceremonias muy morales y virtuosas.